Miguel
Cobo Rosa (1949)
Miguel
Cobo es un poeta nacido en Torreperogil (Jaén) y afincado en Córdoba
desde hace muchos años. De ellos, bastantes los dedicó a la
enseñanza, compaginándola con la poesía, con su amor por la
palabra, que es su gran pasión. Tiene publicados tres libros de
poesía (Riografía,
2008, Manual
de isomnios,
2015 y Diario
de un funambulista,
2019), en los que se percibe una pulcritud, una perfección y una
claridad tales que a veces llega a dar la sensación de que es fácil
escribir así. Y justamente conseguir eso es lo más difícil. Si
queréis profundizar en su obra, aquí podéis hacerlo:
http://riografia.blogspot.com/
En
esta ocasión, y al acercarnos a la semana que dedicamos muy
especialmente a recordar que aún está abierta la herida de muchas
mujeres que sufren, traemos dos poemas hermosísimos dedicados a la
soledad y al dolor que siente la mujer cuando es maltratada.
Si
la palabra es grito
Si
la palabra es grito,
cómo
duele el silencio que le sigue.
Callada
una vez más, ya solo esperas
esa
caricia áspera del hombre que cree serlo
y
el tango de los celos del desamor letal.
¿Qué
dormitorio inhóspito desprotege tu insomnio?
¿Qué
almohada humedecida entumece tu faz?
Un
pasillo infinito de presentidos pasos
hace
eterna la espera, estéril la esperanza.
La
suavidad del tacto que recorría tu espalda
aquella
primavera de promesas en flor,
el
delicado encaje de tu vestido blanco,
las
dulces melodías de la luna de miel…
De
todo aquel pasado no te queda futuro
y
aquella mano es garra y sus dedos cuchillos
que
hieren tatuajes de tigres en tu piel.
Tu
colección de lágrimas llena el álbum de boda
y
un día serán noticia de triste actualidad.
Letanía
obsesiva de una mujer que huye
huir
de tus palabras de veneno
huir
de tus promesas sin futuro
huir
de una tormenta de cristales
huir
de tus perfumes de hospitales
huir
de tus ausencias en mi espera
huir
de tu presencia inesperada
huir
de tus alarmas repentinas
huir
de tus llamadas lastimeras
huir
de las agujas de tus dedos
huir
de tus caricias como el hielo
huir
de tus miradas de cuchillo
huir
de tus horarios de regreso
huir
de las sirenas de ambulancia
huir
de tus abrazos de silencio
huir
de tus inviernos en verano
huir
de tus veranos en invierno
huir
de tus desvelos en mi insomnio
huir
de la saliva de tus besos
huir
del frío acero de tus dientes
huir
de los espejos de repente
huir
de un día de fiesta sin palabras
huir
de una semana en siete lunes
huir
de unas pisadas tras mis pasos
huir
de una amenaza sentenciada
huir
de ayer de hoy y de mañana
huir
del desayuno y de la cena
huir
por las rendijas de la pena
huir
atando sábanas de seda
huir
de mí cuando te acercas tú
huir
de ti cuando ya no soy yo
huir
del suave tacto que me aprieta
huir
del vaso que llené con llanto
huir
sin más sentido que la huida
huir
sin fuerza hasta caer rendida
huir
con pies de plomo ya vencida
huir
por esta calle sin salida
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