martes, 28 de marzo de 2017

I Centenario de Ricardo Molina






Elegía XIII


Los que lean mis Elegías cuando yo esté ya muerto
dirán: « Este poeta era igual que nosotros.
¿Sus amores? Acaso no hemos amado todos!
¿Su tristeza? Quién no estuvo triste en la vida!
Así cualquiera puede ser poeta.
Es fácil hacer versos sin medida
y hablar siempre de rosas y de lilas,
de cielos y de nubes, de besos y recuerdos ».


Pero yo habré ya muerto y será primavera
y violetas y lirios cubrirán las colinas
y los amores nuevos y las nuevas tristezas
perfumarán el mundo con sus flores radiantes
de deseos y lágrimas lo mismo que la vida.


Y otros dirán tal vez: « Amaba solo el cuerpo.
Era un materialista.
Sus Elegías son poco recomendables.
Muchas podrían tacharse incluso de inmorales ».


Y yo habré muerto entonces y será primavera
y los tiernos deseos despertarán lo mismo
que misteriosas aves en la tierra,
y agitarán sus alas triunfantes en el aire
y sus gorjeos mágicos
llevarán a las verdes alamedas
amantes que en la sombra se besarán los labios.


Y algunos, una tarde
dirán: « ¿Qué nombre tuvo en la tierra su amada? »
y unos pensarán en Elisa o en Laura,
y otros en Isabel, en Beatriz o en Teresa…
Y se preguntarán su nombre en vano
y su dulce pregunta quedará sin respuesta.


Pues yo habré muerto entonces y será primavera
y la vida cantando cruzará por los campos
y los amores nuevos y las nuevas tristezas
apagarán con nombres de otras mujeres bellas
el de aquella que amé sobre la tierra.


Y un día una doncella leerá mis Elegías
y al llegar a la decimotercera
acaso diga: « Cuánto amor, cuánta dulzura
hay en este poeta ».
Y tal vez se confiese que de haberme encontrado
en Sandua o Piedrahita me hubiera amado tanto …


Y aunque sea primavera y yo haya muerto entonces,
al beso de la lluvia despertarán las flores;
el amor pasará suspirando en su flauta
por los bosques sombríos y las claras montañas,
y al agitarle el viento los cabellos de oro
temblará la doncella, y yo estaré a su lado
aspirando el perfume de su melancolía,
y el cielo se pondrá más profundo y más grave,
y yo seré una sombra dulce y apasionada
que cruzará en silencio los verdes arrayanes.



RICARDO MOLINA (Puente Genil, 1917 - Córdoba, 1968). 


Elegías de Sandua, edición facsímil del primer número extraordinario de la revista Cántico, en homenaje al poeta en conmemoración del primer centenario de su nacimiento. XLIV edición Feria del Libro de Córdoba, marzo-abril 2017.

viernes, 17 de marzo de 2017

Julián Cañizares


Revista Ayvelar, dirigida por el poeta Julián Cañizares



EL FUTURO DEL FUTURO

Por poner un ejemplo de hotel céntrico,
pero que no existe en realidad, el Asturias.
Guitarra y Guitarro acuden desde ciudades distintas
a ese hotel, de otra ciudad, a pasar el fin de semana.
Hasta aquí normal. No hay grandes aspavientos.
El precio no lo conozco, creo que eso no importa.
Un hotel tirando a viejo, una madera que predomina.
Durante dos noches, Guitarra y Guitarro, mientras duermen,
sueñan, y a la mañana siguiente, recién levantados,
escriben en una libreta sus respectivos sueños, con detalles,
todo lujo de detalles, hasta la extenuación.
Buscan un sueño coincidente.
En la calle del hotel pasea un montón de gente.
Madrid es la capital de España.
Los sueños no son sueños son, sino algo más.
Guitarra y Guitarro, cuando encuentren ese sueño,
vivirán juntos, y eso es hermosísimo, muy cercano.
¡Qué detalle de la naturaleza para con nosotros!



RÍOS

En este mundo de rozaduras, se lucen los ríos solos.
Ya no son azules, sino verdes, y rozan el terreno,
que puede ser un valle o una lateral del cielo,
rozando oportunamente porque así se gestiona todo.
En este mundo de rozaduras yo rozo con las manos,
con el bolígrafo. Y rozo cuando me he vuelto serio,
cuando he repudiado el interior de una ventana,
en tanto llueve en alguna parte, o un pájaro come.
Rozo mis pies en la playa y la playa me roza a mí,
y este empate técnico se aparece al mundo exterior.
En este mundo de rozaduras el resto sustituye lo que no ves,
un centro lleno de superficies que pueden ser cosas.
El pájaro que no vuela roza el aire, y el pájaro que vuela
también está rozando el aire con las alas que rozan
al pájaro, que me roza a mí cuando lo contemplo,
y que yo rozo lo que vive junto a mis perfiles.


                                                   JULIÁN CAÑIZARES (1972)



Julián Cañizares Mata (Albacete, 1972) ha publicado Travis poemas (Diputación de León, 1999), Los elementos del clima (Aventis, 1999), El hombre sin cabeza, El gato Wilson y El condotiero Fajardo, dentro del libro Tres tipos con gafas (Academia de Samotracia, 2001) y Sustituir estar (DVD, 2009). Es director de la revista literaria Ayvelar.

martes, 7 de marzo de 2017

Antonio Colinas





Canto XXXV



Me he sentado en el centro del bosque a respirar.
He respirado al lado del mar fuego de luz.
Lento respira el mundo en mi respiración.
En la noche respiro la noche de la noche.
Respira el labio en labio el aire enamorado.
Boca puesta en la boca cerrada de secretos,
respiro con la sabia de los troncos talados,
y, como roca voy respirando el silencio
y, como las raíces negras, respiro azul
arriba en los ramajes de verdor rumoroso.
Me he sentado a sentir cómo pasa en el cauce
sombrío de mis venas toda la luz del mundo.
Y yo era un gran sol de luz que respiraba.
Pulmón el firmamento contenido en mi pecho
que inspira la luz y espira la sombra,
que recibe el día y desprende la noche,
que inspira la vida y espira la muerte.
Inspirar, espirar, respirar: la fusión
de contrarios, el círculo de perfecta consciencia.
Ebriedad de sentirse invadido por algo
sin color ni sustancia, y verse derrotado,
en un mundo visible, por esencia invisible.
Me he sentado en el centro del bosque a respirar.
Me he sentado en el centro del mundo a respirar.
Dormía sin soñar, mas soñaba profundo
y, al despertar, mis labios musitaban despacio
en la luz del aroma: "Aquel que lo conoce 

se ha callado y quien habla ya no lo ha conocido".


ANTONIO COLINAS (La Bañeza, León, 1946)