miércoles, 18 de marzo de 2015

Arthur Rimbaud

La torre Eiffel sobre los campos de Marte (París, 1889).



VOYELLES

A noir, E blanc, I rouge, U vert, O bleu: voyelles,
Je dirai quelque jour vos naissances latentes:
A, noir corset velu des mouches éclatantes
Qui bombinent autour des puanteurs cruelles,

Golfes d’ombre; E, candeurs des vapeurs et des tentes,
Lances des glaciers fiers, rois blancs, frissons d’ombelles;
I, pourpres, sang craché, rire des lèvres belles
Dans la colère ou les ivresses pénitentes;

U, cycles, vibrements divins des mers virides,
Paix des pâtis semés d’animaux, paix des rides
Que l’alchimie imprime aux grands fronts studieux;

O, suprême Clairon plein des strideurs étranges,
Silences traversés des Mondes et des Anges:
O l’Oméga, rayon violet de Ses Yeux!


ARTHUR RIMBAUD (1854-1891)



VOCALES

A negro, E blanco, I rojo, U verde, O azul: vocales
algún día diré vuestro nacer latente:
negro corsé velludo de moscas deslumbrantes,
A, al zumbar en tomo a atroces pestilencias,

calas de umbría; E, candor de pabellones
y naves, hielo altivo, reyes blancos, ombelas
que tiemblan. I, escupida sangre, risa de ira
en labio bello, en labio ebrio de penitencia;

U, ciclos, vibraciones divinas, verdes mares,
paz de pastos sembrados de animales, de surcos
que la alquimia ha grabado en las frentes que estudian.

O, Clarín sobrehumano preñado de estridencias
extrañas y silencios que cruzan Mundos y Ángeles:
O, Omega, fulgor violeta de Sus Ojos.



ARTHUR RIMBAUD (1854-1891)

martes, 10 de marzo de 2015

Miguel de Cervantes





      VIAJE DEL PARNASO

                         II

Colgado estaba de mi antigua boca
el dios hablante, pero entonces mudo
(que, al que escucha, el guardar silencio toca),
quando di de improviso un estornudo,
y, haciendo cruces por el mal agüero,
del gran Mercurio al mandamiento acudo.
Miré la lista, y vi que era el primero
el licenciado Juan de Ochoa amigo,
por poeta y cristiano verdadero.
Deste varón en su alabanza digo,
que puede acelerar y dar la muerte
con su claro discurso al enemigo,
y que, si no se aparta y se divierte
su ingenio en la gramática española,
sera de Apolo sin igual la suerte,
pues de su poesía al mundo sola,
puede esperar poner el pie en la cumbre
de la inconstante rueda o varia bola.
Este que de los cómicos es lumbre,
que el licenciado Poyo es su apellido,
no hay nube que a su sol claro deslumbre;
pero, como está siempre entretenido
en trazas, en quimeras e invenciones,
no ha de acudir a este marcial ruido.
Este que en lista por tercero pones,
que Hipólito se llama de Vergara,
si llevarle al Parnaso te dispones,
haz quenta que en él llevas una jara,
una saeta, un arcabuz, un rayo,
que contra la ignorancia se dispara.
Este que tiene como mes de mayo
florido ingenio, y que comienza ahora
a hacer de sus comedias nuevo ensayo,
Godinezes; y estotro que enamora
las almas con sus versos regalados,
quando de amor ternezas canta, o llora,
es uno que valdrá por mil soldados,
quando a la extraña y nunca vista empresa
fueren los escogidos y llamados;
digo que es don Francisco, el que profesa
las armas y las letras, con tal nombre,
que por su igual Apolo le confiesa.
Es de Calatayud su sobrenombre;
con esto queda dicho todo quanto
puedo decir con que a la envidia asombre.
Este que sigue es un poeta santo,
digo famoso, Miguel Cid se llama,
que al coro de las musas pone espanto.
Estotro que sus versos encarama
sobre los mismos hombros de Calisto,
tan celebrado siempre de la fama,
es aquel agradable, aquel bien quisto,
aquel agudo, aquel sonoro y grave
sobre quantos poetas Febo ha visto,
aquel que tiene de escribir la llave,
con gracia y agudeza en tanto extremo,
que su igual en el orbe no se sabe;
es don Luis de Góngora, a quien temo
agraviar en mis cortas alabanzas,
aunque las suba al grado mas supremo.
¡O tu, divino espíritu, que alcanzas
ya el premio merecido a tus deseos,
y a tus bien colocadas esperanzas,
ya en nuevos y justísimos empleos,
divino Herrera, tu caudal se aplica,
aspirando del cielo a los trofeos!
Ya de tu hermosa Luz, y clara y rica,
el bello resplandor miras seguro,
en la que [el] alma tuya beatifica;
y arrimada tu yedra al fuerte muro
de la inmortalidad, no estimas quanto
mora en las sombras deste mundo escuro.
Y tú, don Iuan de Jáuregui, que a tanto
el sabio curso de tu pluma aspira,
que sobre las esferas le levanto,
aunque Lucano por tu voz respira,
déjale un rato y, con piadosos ojos,
a la necesidad de Apolo mira,
que te están esperando mil despojos
de otros mil atrevidos, que procuran
fértiles campos ser, siendo rastrojos.
Y tú, por quien las musas aseguran
su partido, don Félix Arias, siente
que por su gentileza te conjuran
y ruegan que defiendas desta gente
non sancta su hermosura, y de Aganipe
y de Hipocrene la inmortal corriente.




MIGUEL DE CERVANTES (1547-1616)

miércoles, 4 de marzo de 2015

Gabriel Celaya

Homenaje al semanario francés Charlie-Hebdo, por Oriol Malet



LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO




Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,

mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,

fieramente existiendo, ciegamente afirmando,


como un pulso que golpea las tinieblas,




cuando se miran de frente


los vertiginosos ojos claros de la muerte,


se dicen las verdades:


las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.




Se dicen los poemas


que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,


piden ser, piden ritmo,


piden ley para aquello que sienten excesivo.




Con la velocidad del instinto,


con el rayo del prodigio,


como mágica evidencia, lo real se nos convierte


en lo idéntico a sí mismo.




Poesía para el pobre, poesía necesaria


como el pan de cada día,


como el aire que exigimos trece veces por minuto,


para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.




Porque vivimos a golpes, porque a penas si nos dejan


decir que somos quien somos,


nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.


Estamos tocando el fondo.




Maldigo la poesía concebida como un lujo


cultural por los neutrales


que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.


Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.




Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren


y canto respirando.


Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas


personales, me ensancho.




Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,


y calculo por eso con técnica, qué puedo.


Me siento un ingeniero del verso y un obrero


que trabaja con otros a España en sus aceros.




Tal es mi poesía: poesía-herramienta


a la vez que latido de lo unánime y ciego.


Tal es, arma cargada de futuro expansivo


con que te apunto al pecho.




No es una poesía gota a gota pensada.


No es un bello producto. No es un fruto perfecto.


Es algo como el aire que todos respiramos


y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.




Son palabras que todos repetimos sintiendo


como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.


Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.


Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.




GABRIEL CELAYA (San Sebastián, 1911- 1991). De Cantos iberos, 1955.