martes, 10 de marzo de 2015

Miguel de Cervantes





      VIAJE DEL PARNASO

                         II

Colgado estaba de mi antigua boca
el dios hablante, pero entonces mudo
(que, al que escucha, el guardar silencio toca),
quando di de improviso un estornudo,
y, haciendo cruces por el mal agüero,
del gran Mercurio al mandamiento acudo.
Miré la lista, y vi que era el primero
el licenciado Juan de Ochoa amigo,
por poeta y cristiano verdadero.
Deste varón en su alabanza digo,
que puede acelerar y dar la muerte
con su claro discurso al enemigo,
y que, si no se aparta y se divierte
su ingenio en la gramática española,
sera de Apolo sin igual la suerte,
pues de su poesía al mundo sola,
puede esperar poner el pie en la cumbre
de la inconstante rueda o varia bola.
Este que de los cómicos es lumbre,
que el licenciado Poyo es su apellido,
no hay nube que a su sol claro deslumbre;
pero, como está siempre entretenido
en trazas, en quimeras e invenciones,
no ha de acudir a este marcial ruido.
Este que en lista por tercero pones,
que Hipólito se llama de Vergara,
si llevarle al Parnaso te dispones,
haz quenta que en él llevas una jara,
una saeta, un arcabuz, un rayo,
que contra la ignorancia se dispara.
Este que tiene como mes de mayo
florido ingenio, y que comienza ahora
a hacer de sus comedias nuevo ensayo,
Godinezes; y estotro que enamora
las almas con sus versos regalados,
quando de amor ternezas canta, o llora,
es uno que valdrá por mil soldados,
quando a la extraña y nunca vista empresa
fueren los escogidos y llamados;
digo que es don Francisco, el que profesa
las armas y las letras, con tal nombre,
que por su igual Apolo le confiesa.
Es de Calatayud su sobrenombre;
con esto queda dicho todo quanto
puedo decir con que a la envidia asombre.
Este que sigue es un poeta santo,
digo famoso, Miguel Cid se llama,
que al coro de las musas pone espanto.
Estotro que sus versos encarama
sobre los mismos hombros de Calisto,
tan celebrado siempre de la fama,
es aquel agradable, aquel bien quisto,
aquel agudo, aquel sonoro y grave
sobre quantos poetas Febo ha visto,
aquel que tiene de escribir la llave,
con gracia y agudeza en tanto extremo,
que su igual en el orbe no se sabe;
es don Luis de Góngora, a quien temo
agraviar en mis cortas alabanzas,
aunque las suba al grado mas supremo.
¡O tu, divino espíritu, que alcanzas
ya el premio merecido a tus deseos,
y a tus bien colocadas esperanzas,
ya en nuevos y justísimos empleos,
divino Herrera, tu caudal se aplica,
aspirando del cielo a los trofeos!
Ya de tu hermosa Luz, y clara y rica,
el bello resplandor miras seguro,
en la que [el] alma tuya beatifica;
y arrimada tu yedra al fuerte muro
de la inmortalidad, no estimas quanto
mora en las sombras deste mundo escuro.
Y tú, don Iuan de Jáuregui, que a tanto
el sabio curso de tu pluma aspira,
que sobre las esferas le levanto,
aunque Lucano por tu voz respira,
déjale un rato y, con piadosos ojos,
a la necesidad de Apolo mira,
que te están esperando mil despojos
de otros mil atrevidos, que procuran
fértiles campos ser, siendo rastrojos.
Y tú, por quien las musas aseguran
su partido, don Félix Arias, siente
que por su gentileza te conjuran
y ruegan que defiendas desta gente
non sancta su hermosura, y de Aganipe
y de Hipocrene la inmortal corriente.




MIGUEL DE CERVANTES (1547-1616)

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