jueves, 12 de noviembre de 2020

ÁNGELA FIGUERA AYMERICH

Mujer

¡Cuán vanamente, cuán ligeramente

me llamaron poetas, flor, perfume…!

Flor, no: florezco. Exhalo sin mudarme.

Me entregan la simiente: doy el fruto.

El agua corre en mí: no soy el agua.

Árboles de la orilla, dulcemente

los acojo y reflejo: no soy árbol.

Ave que vuela, no: seguro nido.

Cauce propicio, cálido camino

para el fluir eterno de la especie.

 

La poeta, en este poema iconoclasta, nos propone su visión de la mujer, un tanto alejada de la idealización poética.

Poeta española nacida en Bilbao. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, siendo Catedrática de Lengua y Literatura en los Institutos de Huelva, Alcoy y Murcia, y trabajando en la Biblioteca Nacional. Junto a Blas de Otero y Gabriel Celaya, formó parte del Triunvirato Vasco de la poesía de posguerra. Al finalizar la guerra civil española se exilió a México. Es autora de los libros de poemas, Mujer de barro (1948), Soria pura (1949), Vencida por el ángel (1950), El grito inútil (1952), Víspera de la vida (1953), Los días duros (1953), Belleza cruel (1953) y Toco la tierra. Letanías (1962). Murió en Madrid en 1984.

No hay comentarios: