lunes, 26 de octubre de 2009

26-30 DE OCTUBRE DE 2009

Testimonio

El día acabó en su ración de sal,
anheladamente odiada, insobornable.
Saltó la frontera del mar, buscando
una huida, irónica,
pretérita, de playas con clara silueta
donde es color la estética
de un rostro sin umbral.

Ese día desabordado,
ya sin los andenes de apenas cimientos que dieran hogar al alba,
enmudecía, bogaba
por una brisa de pasos de espuma
que nombrara su estela de silencios.


ALFREDO YBARRA LARA
La otra partida, Jaén, 1989
ELEGIDO POR MANUEL TORIBIO

domingo, 18 de octubre de 2009

Vicente Aleixandre



Hermoso es, hermosamente humilde y confiante, vivificador y profundo, sentirse bajo el sol, entre los demás, impelido,
llevado, conducido, mezclado, rumorosamente arrastrado.
No es bueno quedarse en la orilla
como el malecón o como el molusco que quiere calcáreamente imitar a la roca.
Sino que es puro y sereno arrasarse en la dicha
de fluir y perderse,
encontrándose en el movimiento con que el gran corazón de los hombres palpita extendido.
Como ese que vive ahí, ignoro en qué piso,
y le he visto bajar por unas escaleras
y adentarse valientemente entre la multitud y perderse.
La gran masa pasaba. Pero era reconocible el diminuto corazón afluido.
Allí, ¿quién lo reconocería? Allí con esperanza, con resolución o con fe, con temeroso
denuedo,
con silenciosa humildad, allí él también transcurría.
Era una gran plaza abierta, y había olor de existencia.
Un olor a gran sol descubierto, a viento rizándolo,
un gran viento que sobre las cabezas pasaba su mano,
su gran mano que rozaba las frentes unidas y las reconfortaba.
Y era el serpear que se movía
como un único ser, no sé si desvalido, no sé si poderoso,
pero existente y perceptible, pero cubridor de la tierra.
Allí cada uno puede mirarse y puede alegrarse y puede reconocerse.
Cuando, en la tarde caldeada, solo en tu gabinete,
con los ojos extraños y la interrogación en la boca,
quieras algo preguntar a tu imagen,
no te busques en el espejo,
en un extinto diálogo en que no te oyes.
Baja, baja despacio y búscate entre los otros.
Allí están todos, y tú entre ellos.
Oh, desnúdate, y fúndete, y reconócete.
Entra despacio, como el bañista que, temeroso, con mucho amor y recelo al agua,
introduce primero sus pies en la espuma,
y siente el agua subirle, y ya se atreve, y casi ya se decide.
Y ahora con el agua en la cintura todavía no se confía.
Pero él extiende sus brazos, abre al fin sus dos brazos y se entrega completo.
Y allí fuerte se reconoce, y crece y se lanza,
y avanza y levanta espumas, y salta y confía,
y hiende y late en las aguas vivas, y canta, y es joven.
Así, entra con los pies desnudos. Entra en el hervor, en la plaza.
Entra en el torrente que te reclama y allí sé tú mismo.
¡Oh pequeño corazón dimunuto, corazón que quiere latir
para ser él también el unánime corazón que le alcanza!
VICENTE ALEIXANDRE (1898-1984)


ELEGIDO POR JULIO ANGUITA

lunes, 12 de octubre de 2009

Attia Asso Roseline

LE PROFESSEUR

Quand je bavarde en classe
Il s'acharne sur moi
Quand je ne retiens pas ses explications
Il se lamente
Quand j'ai de mauvaises notes
Il est mécontent
Mon professeur
Est mon père d'école
C'est ma mère d'école
Il est soucieux de ma future réussite
Je lui dois reconnaissance
Cette personne au bon coeur
Qui est indifférente aux attaques
de nous les élèves.

ATTIA ASSO ROSELINE

Cuando hablo en clase
él me riñe
Cuando no comprendo sus explicaciones
él se lamenta
Cuando tengo malas notas
él está disgustado
Él es mi padre en el cole
Es mi madre en el cole
Se preocupa de mi éxito futuro
Le debo un reconocimiento
Esta persona de buen corazón
que permanece inmutable ante los ataques
de nosotros, los alumnos.

ELEGIDO POR RAÚL, FRANCISCO Y EDUARDO 2º ESO C

lunes, 5 de octubre de 2009

José Antonio Muñoz Rojas


Tu oficio, poeta...

Para que algo quede de este latir,
para que, si alguien quiere mirarse, pueda;
para calmar quizá alguna sed, y que alguien diga
«a mí me pasó algo semejante».
Los poetas estamos para eso:
para ofrecerles tránsito a los demás,
para que se encaramen sobre nuestros latidos, y que divisen
un poco más allá, en medio
de tanta oscuridad como nos circunda.
A veces nada tiene sentido, ni siquiera
que me des la mano o ese
limón redondo tan bello en la vereda.
A veces lo que tiene sentido no tiene sangre,
ese poco de sangre por la cual se muere.
Todo es ganas de morir de otra manera,
ganas de imitar a los ríos y que la tierra vea
que hay otras aguas y otras penas, y los cielos
contemplen misericordiosamente
nuestras peregrinaciones.
Tu oficio, poeta, es contemplar,
que todo se te escriba dentro; luego,
quizá leer allí mismo, quizá decir a los otros
lo que allí mismo, escrito, tú lees.

JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS (1909-2009)

ELEGIDO POR ANA CABELLO Y GLORIA GARCÍA